El velo, los anillos, el vestido, Los votos, los deseos, los juramentos, rezar para entregar los sentimientos, alianzas que no sean humo vendido. La cruz, la bendición, la firma, el rito, del penúltimo de los sacramentos, Bailar, fotografiar cada momento, Beber, reír, llorar, marcar un hito. Seguir en la riqueza y la pobreza, jurar amor eterno con certeza; que el Dios de las tormentas los ampare Ir dibujando juntos cada trazo, Ser cada quien, del todo, un pedazo Y amar, aunque la muerte los separe.
Es viernes 13. Tengo que salir a una reunión de trabajo para definir un concierto que está programado para el 27. Algo se ha dicho sobre limitar el contacto interpersonal, y se espera que en algún momento se prohíba estar en la calle. Mi teléfono está sin datos, así que antes de salir de la casa me conecto al wifi para buscar una imagen. Cursi. El #Principito sentado frente a la rosa de su propio mundo. Es un mundo pequeño en el que no existe nadie más. El Principito mira, la rosa mira. Se miran. Al fondo una puesta de sol. Es una imagen perfecta en el momento perfecto en un mundo perfecto. Cursi también. Es un mundo perfecto porque no existe... O sí?. “Podríamos ponernos en cuarentena en el asteroide B-612 hasta que pase el coronavirus.” Escribo la frase sobre la imagen y la suelto al mundo en un estado de Whatsapp. ¿Reaccionará? Sé que la estoy mirando. Pero ella, M., ¿me mira?... Siempre reacciona. Llevamos dos años en eso. ¿Por qué… si no somos nada?. (Si hubo algo, duró lo